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Rodada en las ciudades de Kiev, Moscú y Odessa, la película muestra la vida urbana cotidiana, comenzando con el despertar de la ciudad, las actividades en el espacio público, el trabajo y el acontecer doméstico diario hasta la noche, cuando el ritmo del montaje se remansa en escenas oníricas, a medio camino entre la realidad y el sueño.

El montaje muestra en paralelo los acontecimientos rodados por un reportero de la época, y la realización de la propia película, estableciendo un sofisticado juego constructivista entre la realidad y el film.

Jin se encuentra atrapado en Columbus, Indiana, donde su padre arquitecto está en coma. Allí conoce a Casey una joven de 19 años, bibliotecaria apasionada por la arquitectura, que duda entre quedarse en la ciudad al cuidado de su madre, o perseguir sus sueños.

Con un estilo poético y evocador, la película explora la relación íntima de la arquitectura y el paisaje urbano con la forma de experimentar el espacio construido y los sentimientos de los protagonistas, sus imaginarios, conflictos y expectativas.

En un emblemático barrio popular de Barcelona, amenazado por un plan de reforma, se emprende la construcción de un bloque de viviendas: «Queríamos conocer la intimidad de una construcción –observa el director-, así que nos metimos ahí, cuando ese espacio era todavía un solar donde los chavales jugaban al fútbol. Sobre este terreno buscamos la forma de convivir, conocer el entorno y rodar una película que nos permitiera abordar tanto las anécdotas y acontecimientos de la propia obra, como los efectos que ésta generaba a su alrededor. Inmersos en esa cotidianidad quebrada por el estruendo de los derribos, entre sus vecinos, en el barrio, pronto advertimos que la mutación del paisaje urbano implicaba también una mutación en el paisaje humano, y que en este movimiento se podrían reconocer ciertos ecos del mundo».

La película se asemeja a una sinfonía urbana, una de las estéticas cinematográficas características de los años 20 en relación con la ciudad que revelaban, al mismo tiempo, cierto grado de emoción y de temor por un mundo que cambiaba rápidamente.

Con todo, la película mantiene un tono más elegíaco y poético que emocionado, al enfocar la atención sobre los montones interminables de escombros, símbolo de la deconstrucción de la ciudad clásica, y las grúas de construcción que se elevan sobre el horizonte urbano, produciendo la sensación de que la ciudad está siendo simultáneamente arrasada y reconstruida mientras la observamos.

Pina es un largometraje en 3D sobre la Tanztheater Wuppertal Pina Bausch, compañía de danza fundada por la gran coreógrafa alemana. A través de un viaje sensual, visualmente muy impactante, Wenders acerca al espectador sus coreografías más conocidas.

Escrito, dirigido y producido por Wim Wenders, este film experimental revolucionará la relación entre el cine y la danza, no sólo por estar grabado en 3D, sino por la originalidad de su planteamiento. Está rodado íntegramente en escenarios urbanos y naturales de Wuppertal, ciudad alemana en la que Pina Bausch residió durante 35 años y hogar de la Tanztheater Wuppertal Pina Bausch.

(Fuente: filmin.es)

La película sigue el itinerario de contenedores de carga a bordo de barcos, barcazas, trenes y camiones, escuchando a trabajadores, ingenieros, planificadores y políticos, y también a aquellos habitantes de las ciudades portuarias afectados por el sistema de transporte global. Agricultores desplazados en Holanda y Bélgica, camioneros precarizados en Los Ángeles, marinos a bordo de mega-barcos que trabajan en tierra de nadie, entre Asia y Europa, y trabajadores de fábricas en China, cuyos bajos salarios son la clave de todo el rompecabezas. En Bilbao descubrimos la expresión más sofisticada de la creencia de que el comercio marítimo, y el mar mismo, constituyen el espacio olvidado, aunque determinante, de la economía global.